Sordociegos: cuestión de tacto

conchita  Conchita Rodríguez. 65 años. Tecnoabuela. No ve ni oye absolutamente nada, pero eso no le impide tener la casa impecable y arreglarse con coquetería. Lamenta no entender a sus nietos. “Ellos pueden ver lo que digo, pero yo a ellos no”.

Conchita tiene 65 años y es una apasionada de las nuevas tecnologías; Rosana es el orden personificado; a Carlos le encanta nadar y pasear por su ciudad… Los tres son sordociegos. Quienes no ven ni oyen quieren hacerse visibles en una sociedad que los ignora.

Se echan a la calle sin oír ni ver, cuentan los pasos, memorizan los trayectos y confían en el extremo de su bastón para cruzar de acera. Pero una zanja abierta, una parada imprevista del autobús o un corte en el suministro eléctrico del metro acaba de golpe con toda su autonomía y los deja sumidos en la oscuridad y el silencio. No saben dónde se encuentran, no pueden preguntar y tampoco oirían la respuesta; ni siquiera pueden estar seguros de que haya alguien cerca de ellos. Les cuesta hacer entender a los demás que son, al mismo tiempo, ciegos y sordos. El entorno ignora la existencia de esta discapacidad extrema y muchos ciudadanos no tienen ni idea de cómo comunicarse con ellos. Para quebrar su total aislamiento, bastaría con hacer algo tan sencillo como escribir sobre su palma letras en mayúsculas.

Es difícil imaginar cómo enfrentarse al mundo sin tener dos sentidos claves para la relación social: la vista y el oído, y que al mismo tiempo impide hablar a los que son sordos de nacimiento.

En España hay unas 6.000 personas con sordoceguera. No hay censo oficial, son solo estimaciones aceptadas internacionalmente basadas en que afecta a 15 de cada 100.000 personas. A pesar de que hablamos de más de un millón de personas sordas y ciegas en el planeta, constituyen un colectivo casi invisible. Solo ocho países europeos reconocen esta discapacidad específicamente, según datos de la Red Europea de Sordociegos. Entre ellos está España, cuyo Parlamento la aprobó en noviembre de 2005. Ahora mismo, una comisión parlamentaria trata de fijar oficialmente cuántos son y qué necesitan. El estudio debe estar listo en junio, antes del día 27, fecha elegida para recordar en todo el mundo los problemas que sufren los sordociegos y día en que se homenajea a Helen Keller, nacida ese día de 1880, que perdió la vista y el oído antes de aprender a hablar. El suyo fue un duro proceso hasta que logró entrar el contacto con el mundo exterior. Llegó a graduarse en la universidad y dio conferencias por todo el mundo.

Artículo íntegro de la revista interviú

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Visto en interviú y signapuntes

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